lunes, 7 de junio de 2010

Salomon Race - Sierra de las Ánimas 2010

Ayer más de 750 personas entre los que corrieron los 9k Short y 21k Endurance en las Sierras de las Ánimas y Pozos Azules, vivimos una de las experiencia más increíbles que como corredores podamos vivir. Sin dudas hoy todos tenemos mil anécdotas para contar, de dolores, de golpes, graciosas y de las otras porque sin dudas ese recorrido dio para todo.

Desde la posibilidad de conocer uno de los lugares más bonitos, el segundo punto más alto de nuestro país, de conocer mucha gente y de reencontrarnos con otra; de compartir el almuerzo y experiencias con gente de todos lados, hasta vivir y sentir la solidaridad de compañeros del camino que cuando veían que alguien iba al suelo…y creo que eso nos pasó a todos, siempre había alguien dispuesto a levantarte o a venir a preguntar si estabas bien, así fuera adelante nuestro. Es que acá lo importante era llegar, a todos nos tocó vivir un momento de sufrimiento  y agotamiento dónde parecía que nuestras fuerzas nos abandonaban, por eso cada vez que alguien se encontraba con  algún compañero estaba pasando mal se detenía para asistir o preguntaba a la pasada si necesitaba algo, porque era consciente que al paso siguiente el asistido podía ser él. Son esas cosas que provocan este tipo de deportes extremos, afloran lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros y por lo que me tocó vivir ayer lo mejor fue lo que mas se pudo ver en todos.

Personalmente pasé por todas las experiencias, mucha ansiedad en los momentos previos a la partida, buen ritmo en el arranque hasta llegar a la entrada al Parque de las Sierras dónde ahí comenzaba otra historia, la de trepar, primero por camino de trillo que cada vez se iba achicando más y más hasta pasar a convertirse de piedras, con enramadas que te hacían ir agachado, troncos que había que saltar o trepar y que te hacían sentir cada vez mejor por ir sorteando las dificultades; el disfrute de pasar por los Pozos Azules y poder refrescarnos con su agua fresca; luego los primeros síntomas de que algo no andaba bien y bueno a comer barras de cereales buscando fuerzas, siempre sin parar, hasta que en un momento dentro del monte quedé totalmente boleado y mareado por la exigencia  esfuerzo abrazado de un árbol salvador que evitó la caída y de un compañero que no conocía que desde atrás me alentó bastante en ese momento difícil. Con la misma a buscar más energía apelando esta vez a las pasas de uvas, que me tiraron para arriba enseguida y me dieron la fuerza necesaria para salir del monte indígena y volver a tomar aire casi en la cima de las sierras, de ahí en más el aire limpio invadió mis pulmones tomé fuerzas y llegué bastante bien al puesto de control a 501 mts. De altura haciendo cumbre junto a otro compañero en el segundo punto más alto del país.  Uno de los momentos más emocionantes de la carera, desde allá arriba uno se creía Higlander, la vista era maravillosa y si bien  no parábamos y había que atender donde se pisaba, había tiempo para mirar y admirar el paisaje

De ahí en más comenzó para mí otra carrera, se formó un grupo de 5 o 6 competidores y bajamos a una velocidad tremenda entre las piedras y los surcos que el agua deja cuando baja los días de lluvia, mientras lo hacía se vino a mi cabeza un hermano que la vida me ha dado, mi amigo Leo Siri, médico, que cuando tuve el accidente hace dos años ahora en Julio, hizo lo imposible para que pudiera recuperarme y mirá vos Leo, ahora corro este tipo de careras, creo que es la mejor manera de devolverte tanta preocupación por aquel momento, GRACIAS por siempre.

Luego de bajar y tomar la Ruta 9, ya cerquita de la llegada la emoción por llegar era casi incontrolable y parecía no terminar más, los autos que pasaban en ambos sentidos por la ruta tocaban las bocinas a modo de caravana y se suman a la gente que se adelantaba en el camino para pegar un empujoncito gritando y  saludando a todos los que veníamos haciendo el último esfuerzo.

Y ni que hablar del momento de la llegada esos últimos metros llenos de gente gritando aplaudiendo a todos los que llegaban, con un parque embanderado y con una escenografía montada de acuerdo a las grandes competencias.

Sin dudas lo mejor que me tocó participara hasta ahora y un agradecimiento a mis compañeros Schubert y Daniel que me alentaron para ir cuando no pensaba participar, a todo el público que se animó a internarse en las sierras algunos kilómetros para alentar en el último tramo ( ellos vieron lo mejor de la carrera), a la organización del bus ( muy buena Tubito) y a nuestros compañeros de Olimpia con quienes vivimos un viaje muy bueno y a las pasas de uvas que me salvaron en el momento más crítico.

 

Arriba muchachos y a prepararse para encontrarnos en  los 50k de Villa Serrana…!!!


Ale Gargiulo

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